La sociedad presiona para que las personas pensemos y actuemos de forma diferente según seamos mujeres u hombres. Es decir, se espera que ejerzamos nuestro rol sexual de manera “adecuada”. No hacerlo, supone romper, enfrentarte, cambiar las normas fuertemente tejidas a lo largo de la historia.
Por lo que los costes emocionales: culpa, miedo, inestabilidad... son muy altos y es importante el apoyo grupal para no sentirse sola.
La violencia está incorporada en la identidad masculina. Desde pequeños los niños aprenden a responder agresivamente y se entrenan en actividades como ganar, luchar, competir, apoderarse, imponer, conquistar... Mientras que las niñas aprenden a ceder, pactar, cooperar, entregar, obedecer... aspectos que no llevan al éxito ni al poder y que son considerados socialmente inferiores a los masculinos.
Los hombres han dominado el espacio público y han ejercido también su autoridad en el privado, sobre toda su familia. Este poder ha dado lugar a un sistema de jerarquías llamado patriarcado, de acuerdo con el cual los hombres y las mujeres desempeñan papeles sociales diferentes. Así, los hombres predominan en todas esferas de la vida y las mujeres quedan reducidas al espacio doméstico de la familia. Hasta hace pocos años, no se consideraba como un delito la violencia física o psíquica ejercida dentro del ámbito familiar o de pareja, sino como “asuntos privados de las parejas” o “cosa de parejas"....

Y TU...¿QUE PIENSAS DE TODO ESTO?

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